viernes, 29 de diciembre de 2023

SANTS MELCIOR, GASPAR I BALTASAR

Adoración de los Reyes. Témpano de la Iglesia de Santiago d'Agüero (Huesca)

Hoy celebramos la fiesta de los Reyes Magos: Melchor, Gaspar y Baltasar. Sólo el Evangelio de san Mateo habla de estos "magos", aunque no precisa sus nombres, ni que fuesen reyes, ni que fueran tres. Fue en el siglo III d.C. cuando se estableció que pudieran ser reyes, ya que hasta entonces, por sus regalos y las iconografías que los representaban, tan solo se consideraba que eran personas pudientes. También en este siglo se estableció su número en tres, uno por regalo.

Los nombres actuales de los tres reyes magos, Melchor, Gaspar y Baltasar, aparecen por primera vez en el mosaico de san Apolinar el Nuevo, en Rávena, que data del siglo VI d.C., en el que se distingue a los tres magos ataviados al modo persa con sus nombres escritos encima y representando distintas edades.

A finales del siglo XV d.C., al rey Baltasar se le representa con la tez negra, y los tres reyes, además de representar las edades, representan las tres razas conocidas hasta la Edad Media. Melchor encarnará a los europeos, Gaspar a los asiáticos y Baltasar a los africanos.

Según una tradición, los restos de Melchor, Gaspar y Baltasar se encuentran en la Catedral de Colonia, en Alemania. Allí está el Relicario de los Tres Reyes Magos.

En España a partir del siglo XIX se inició la tradición de convertir la noche de Reyes, noche anterior a la Epifanía, en una fiesta infantil con regalos para los niños, a imitación de lo que se hacía en otros países para el día de Navidad, en homenaje al santo oriental san Nicolás. Fue en 1866 cuando se celebró la primera cabalgata de Reyes Magos en Alcoy, tradición que se extendió al resto del país y posteriormente a otros países, especialmente a países de cultura hispánica.

El término "mago" se utiliza para referirse a "hombres sabios", o hombres de ciencia. Ellos, siguiendo una estrella, buscan al rey de los judíos que ha nacido. A Jesús le presentarán oro, incienso y mirra.

La tradición llamó "reyes" a los magos en referencia al Salmo 72 (10-11), que proclama: "Los reyes de occidente y de las islas le pagarán tributo. Los reyes de Arabia y de Etiopía le ofrecerán regalos. Ante él se postrarán todos los reyes y le servirán todas las naciones".

En los primeros siglos hay representaciones pictóricas en las que aparecen dos, cuatro, seis y hasta ocho Magos. No obstante, el fresco más antiguo de la adoración de los Magos data del siglo II y se encuentra en un arco de la capilla griega de las catacumbas romanas de Priscila, y allí aparecen tres.

Melchor es graficado generalmente como un anciano blanco con barba en representación de Europa, y ofrece al Niño el oro, por la realeza de Cristo. Gaspar representa la zona asiática, y ofrece incienso por la divinidad de Jesús. Baltasar es negro por los provenientes de África y regala al Salvador la mirra, sustancia que se utilizaba para embalsamar cadáveres, y que simboliza la humanidad del Señor. En la época que se les empezó a pintar con estas características no se tenía conocimiento de América. Los tres hacen referencia a las edades del ser humano: juventud (Gaspar), madurez (Baltasar), y vejez (Melchor).

Sobre la estrella de Belén que vieron los Reyes Magos se han construido varias hipótesis. Antes se decía que fue un cometa, pero estudios astronómicos indican que al parecer se debió a la conjunción de los planetas Saturno y Júpiter en la constelación de Piscis.

Es probable que los Reyes Magos supieran algunas profecías mesiánicas del pueblo hebreo, y por eso llegaron a Jerusalén, al palacio de Herodes, preguntando por el rey de los judíos.

El Papa Francisco, el 6 de enero del pasado año 2023, explicó el significado de los tres regalos de los Reyes Magos. El Papa dijo que son "tres preciosos dones que también nos conciernen a nosotros".

En primer lugar, el Papa Francisco se refirió al "don de la llamada", y destacó que "Dios nos llama a través de nuestros más grandes deseos y aspiraciones. Los Magos se dejaron asombrar e incomodar por la novedad de la estrella y se pusieron en camino hacia lo que no conocían... Se sintieron llamados a ir más allá". En segundo lugar se refirió al "don del discernimiento", "porque los Magos no se dejaron engañar por Herodes sino que saben distinguir entre la meta del viaje y las tentaciones que encuentran en el camino (...)¡Qué importante es saber distinguir la meta de la vida de las tentaciones del camino!¡Saber renunciar a lo que seduce, pero lleva por mal camino, para comprender y elegir los caminos de Dios!. El discernimiento es un gran don, y nunca hay que cansarse de pedirlo en la oración. 

Finalmente, el Santo Padre se refirió al "don de la sorpresa", porque los Reyes Magos "acogen la sorpresa de Dios y viven su encuentro con Él maravillados, adorándole: en la pequeñez reconocen el rostro de Dios (...) Saber encontrar la grandeza en la pequeñez que Dios tanto ama (...) Así es como se encuentra al Señor: en la humildad, en el silencio, en la adoración, en los pequeños y en los pobres".

El Santo Padre explicó que "todos somos llamados por Jesús, todos podemos discernir su Presencia, todos podemos experimentar sus sorpresas (...). "Recordar cuándo sentimos una llamada de Dios en nuestra vida; o cuándo, quizás después de mucho esfuerzo, fuimos capaces de discernir su Voz; o también, en una sorpresa inolvidable que Él nos ha dado, asombrándonos. Que la Virgen nos ayude a recordar y custodiar los dones recibidos", concluyó el Papa Francisco .

Vivamos con gozo este día de la Epifanía. Dios se manifiesta al mundo, se da a conocer. Unos sabios venidos de lejos le adoran. Acerquémonos también nosotros a adorarle y ofrezcámosle el mejor don, nuestro corazón. Hagámoslo acompañados de María. 

Los tres Magos siguen la Estrella.


miércoles, 27 de diciembre de 2023

SANTA ANISIA

 


Santa Anisia

Anisia nació en Salónica, en Grecia, en el año 284. Quedó huérfana muy joven de padre y madre, y heredó una gran fortuna. Se consagró a Dios en la pobreza y la castidad, y se dedicó a ayudar a gente necesitada. Por amor a Cristo ayudaba personalmente a los pobres en todo lo que podía, tanto materialmente como espiritualmente. Eran tiempos en los que los cristianos compartían habitualmente lo que poseían con otros miembros de la Iglesia.
En tiempos del gobernador Ducisio se desató una cruel persecución en Tesalónica. Querían impedir que los cristianos se reúnan y celebren la liturgia y la santa Misa, y que incorporen a más cristianos mediante el Bautismo.
La tradición conserva el relato del martirio de Anisia. Era el año 304 y, tras cumplir con sus deberes, la joven se dirigió al lugar donde se reunía para celebrar la Eucaristía. De pronto, fue interceptada por uno de los guardias del emperador, que le cerró el paso y le preguntó a dónde se dirigía.
La santa confesó que era cristiana y que estaba camino a Misa. La firmeza de su respuesta provocó la ira del guardia. La golpeó, y tenía intención de arrastrarla a un templo pagano para sacrificar a los dioses romanos. Le arrancó el velo y la mató con su espada.
Años después de la muerte de Anisia, cuando ya había vuelto la paz a Tesalónica, tras el Edicto de Milán, los cristianos de aquella región construyeron un oratorio en el lugar donde la joven fue asesinada.
Aprendamos de esta santa su fidelidad a Cristo. Prefirió morir antes que renunciar a su fe. Seamos fervorosos en el amor a Jesús Eucaristía. Él nos espera siempre en el Sagrario. Se nos da como alimento en la Santa Misa. ¡Cuánto debemos agradecer tan grande Amor!.

Jesús en la Eucaristía


domingo, 17 de diciembre de 2023

SAN JUAN CANCIO DE KETY

San Juan Cancio de Kety

 Juan Cancio nació en la ciudad de Kety, en Polonia, el 23 de junio del año 1397. Aún era muy joven cuando fue ordenado sacerdote y nombrado profesor de la universidad de Cracovia. La envidia de alguno de sus compañeros terminó por conseguir que lo nombraran párroco de un pueblo lejano.

Tiempo después recuperó su puesto de profesor en la universidad de Cracovia. Durante muchos años dictó clases sobre las Sagradas Escrituras, explicando la Santa Biblia. Su fama llegó a ser muy grande. En las discusiones repetía lo que decía san Agustín:

"Combatimos el pecado pero amamos al pecador. Atacamos el error, pero no queremos violencia contra nadie. La violencia siempre hace daño, en cambio la paciencia y la bondad abren las puertas de los corazones".

Cuando predicaba acerca del pecado, lloraba al recordar la ingratitud de los pecadores hacia Dios, y la gente al verlo llorar se conmovía y cambiaba de conducta.

A sus alumnos les repetía estos consejos: "Cuídense de ofender, que después es difícil hacer olvidar la ofensa. Eviten murmurar, porque después resulta muy difícil devolver la fama que se ha quitado".

Fueron centenares los sacerdotes formados espiritualmente por él, y la gente lo llegó a llamar "el padre de los pobres" por sus muchas obras de caridad con los más desvalidos.

Un dato curioso sobre su vida académica tiene que ver con sus aportes al desarrollo de la denominada "teoría del ímpetu", elaborada originalmente por Jean Buridan con el propósito de explicar el movimiento de los cuerpos celestes. Dicha contribución pone a san Juan Cancio en la lista de quienes influyeron, a partir de la teoría mencionada, en la elaboración de la moderna teoría de la inercia (Galileo, Newton) y, por lo tanto, ha quedado reservado un lugar para su nombre en la historia de la Física.

Fue como peregrino, a pie, a Roma y Jerusalén, donde quería sufrir martirio en el imperio otomano, pero pudo volver sano y salvo.

Murió la noche del 24 de diciembre de 1473, durante la celebración de la Misa. Poco después, alguna gente empezó a visitar su sepulcro para llevar flores y pedir su intercesión; y empezó a difundirse la noticia de que Dios concedía muchas gracias y milagros a través suyo. Fueron tantos los testimonios de los favores concedidos, a tan gran número de personas, que se determinó abrir su causa de beatificación.

Fue beatificado en 1676 por el Papa Clemente X, y proclamado patrono de Polonia y Lituania en 1737. Años más tarde, el 16 de julio de 1767, fue canonizado por el Papa Clemente XIII.

Aunque murió en Nochebuena, se dispuso que su fiesta pase al día 23 de diciembre para evitar la coincidencia del día de su muerte, el 24, con la Nochebuena.

Pidamos a este gran santo la virtud de la humildad y la penitencia. Hoy, en este sábado tan cercano ya a la Navidad, acompañemos a nuestra Madre. Pidámosle que nos enseñe a acoger a Jesús en nuestros corazones.

Iglesia de santa Ana (Cracovia), con el sepulcro del santo.


domingo, 10 de diciembre de 2023

ANANÍAS, AZARÍAS Y MISAEL

Ananías, Azarías y Misael

 En el libro de Daniel, en el Antiguo Testamento, encontramos la historia de Abdenago, Misach y Sidrach, llamados también Ananías, Azarías y Misael. Son tres jóvenes judíos, que formaban parte de los exiliados en Babilonia, y desafiaron la orden del rey Nabucodonosor II de Babilonia. Este quería que se inclinaran y adoraran un ídolo de oro que había mandado construir. 

El rey Nabucodonosor, furioso al ver que era desobedecido, ordenó que los muchachos fueran arrojados a un horno. En el horno cantaron "Bendecid al Señor".

El rey contempló en el horno a los tres jóvenes que no eran quemados por las llamas, y una cuarta figura, un ángel o espíritu divino. Espantado el monarca, ordenó que salieran del horno, y decretó que cualquiera que dijere blasfemia contra el Dios de los judíos, fuera descuartizado y su casa convertida en muladar, pues vio que no hay dios que pueda salvar como este Dios.

Todo lo que se sabe de estos personajes bíblicos aparece en el libro de Daniel.

El cántico de Ananías, Azarías y Misael, dice así:

"Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor. Aguas del espacio, bendecid al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor; astros del cielo, bendecid al Señor. Lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y heladas, bendecid al Señor. Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos, bendecid al Señor (...)

Es un cántico precioso que se recita a menudo en la Liturgia de las Horas.

Sus supuestas reliquias se encuentran en la abadía de Montevirgine en Italia.

Veamos la fidelidad de estos jóvenes. Están dispuestos a dar la vida, antes que renegar de su fe. Seamos también firmes en nuestra fe.

San Juan Pablo II, reflexionando sobre este Cántico de los 3 jóvenes, comenta:

"En medio de la condena recibida por manos del rey, los tres no dudan en cantar, en alegrarse, en alabar... Las pesadillas se deshacen como la niebla ante el sol, los miedos se disuelven, el sufrimiento es cancelado cuando todo ser humano se convierte en alabanza y confianza, expectativa y esperanza... Esta es la fuerza de la oración cuando es pura, intensa, cuando está llena de abandono en Dios, providente y redentor. (...) El himno describe una especie de procesión cósmica, en el que todas las criaturas bendicen al Señor. El hombre debe añadir a este concierto de alabanza su voz alegre y confiada, acompañada de una vida coherente y fiel".

En esta vigilia al Domingo Gaudete, ya muy cercana la Navidad, alegrémonos con los tres jóvenes; alabemos al Señor porque hace cosas grandes, démosle gracias, no nos cansemos nunca de agradecer y de bendecir. El Señor ha sido grande con nosotros y estamos alegres.

San Juan Pablo II


domingo, 3 de diciembre de 2023

SAN JUAN DIEGO CUAUHTLATOATZIN

San Juan Diego

 Juan Diego nació en 1474 en el "calpulli" de Tlayacac en Cuauhtitlán, a 20 kilómetros al norte de Tenochnitlán, en México. Cuando nació recibió el nombre de Cuauhtlatoatzin, que quiere decir "el que habla como águila" o "águila que habla".

Juan Diego perteneció a la más numerosa y baja clase del imperio azteca; según el Nican Mopohua, era un "macehualli" o "pobre indio", es decir, uno que no pertenecía a ninguna de las categorías sociales del Imperio, como funcionarios, sacerdotes, guerreros, mercaderes, etc., ni tampoco formaba parte de la clase de los esclavos.

Hablándole a Nuestra Señora él se describe como "un hombrecillo" o un don nadie, y atribuye a esto su falta de credibilidad ante el Obispo.

Se dedicó a trabajar la tierra y fabricar matas las que luego vendía. Poseía un terreno en el que construyó una pequeña vivienda. Más adelante, contrajo matrimonio con una nativa sin llegar a tener hijos.

Juan Diego, antes de su conversión, era un hombre muy devoto y religioso. Esto lo ayudó a  estar mejor preparado para que, entre los años 1524 y 1525, realice una opción total por el Señor Jesús, bautizándose junto a su esposa; él recibió el nombre de Juan Diego y ella el de María Lucia. Fueron bautizados por el misionero franciscano Fray Toribio de Benavente, llamado por los indios "Motolinia" o "el pobre", por su extrema gentileza y piedad y las ropas raídas que vestía. 

San Juan Diego era muy reservado y de un místico carácter. Le gustaba el silencio y realizaba frecuentes penitencias. Solía caminar desde su poblado hasta Tenochtitlán, a 20 kilómetros de distancia, para recibir instrucción religiosa. Tras la muerte de su esposa en 1529, se fue a vivir con su tío Juan Bernardino en Tolpetlac, a sólo 14 kilómetros de la iglesia de Tlatilolco, Tenochtitlán.

El caminaba cada sábado y domingo a la iglesia, partiendo a la mañana muy temprano, antes que amaneciera, para llegar a tiempo a la Santa Misa y a las clases de instrucción religiosa. Caminaba descalzo. En esas frías madrugadas usaba para protegerse del frío una manta, tilma o ayate, tejida con fibras del maguey, un cactus típico de la región. 

El sábado 9 de diciembre de 1531, muy de mañana, durante una de sus caminatas camino a Tenochtitlán, donde se dirigía a la Misa y al catecismo, cuando llegó a las faldas del cerro llamado Tepeyac, de repente escuchó cantos preciosos, armoniosos y dulces que venían de lo alto del cerro. Le pareció que eran coros de distintas aves que se respondían unos a otros en un concierto de extraordinaria belleza. Observó una nube blanca y resplandeciente, y se distinguía un arco iris de diversos colores.

Juan Diego quedó absorto por el asombro. De pronto, cesó el canto, y oyó que una voz como de mujer, dulce y delicada, le llamada, de arriba del cerrillo. Le decía por su nombre, de manera muy cariñosa: "Juanito, Juan Dieguito". Sin ninguna turbación, decidió ir a donde lo llamaban, alegre y contento comenzó a subir el cerrillo y se encontró en la cumbre con una bellísima Doncella que allí lo aguardaba de pie y lo llamó para que se acercara.

Ante Ella, Juan Diego se postró, y escuchó la voz de la dulce y afable Señora del Cielo, en idioma mexicano, le dijo: "Escucha, hijo mío el menor, Juanito. ¿A dónde te diriges?" . Y él le contestó: "Mi Señora, Reina, Muchachita mía, allá llegaré, a tu casita de México Tlatilolco, a seguir las cosas de Dios que nos dan, que nos enseñan quienes son las imágenes de Nuestro Señor, nuestros Sacerdotes".

La Virgen le dijo: "Juanito, el más pequeño de mis hijos, yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios, por quien se vive. Deseo vivamente que se me construya aquí un templo, para en él mostrar y prodigar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa a todos los moradores de esta tierra y a todos los que me invoquen y en Mí confíen. Ve donde el Señor Obispo y dile que deseo un templo en este llano. Anda y pon en ello todo tu esfuerzo". 

No le creyeron, y de regreso explicó a la Virgen lo ocurrido. Nuestra Señora le pidió que al día siguiente fuera nuevamente a hablar con el Obispo y le repitiera el mensaje. Esta vez el Obispo, le dijo que debía decirle a la Señora que le diese alguna señal. De regreso, Juan Diego narró a María los hechos. La Virgen le mandó que volviese al día siguiente al mismo lugar pues allí le daría la señal. Al día siguiente Juan Diego no pudo volver al cerro pues su tío Juan Bernardino estaba muy enfermo.

La madrugada del 12 de diciembre Juan Diego marchó a toda prisa para conseguir un sacerdote a su tío pues se estaba muriendo. Al llegar al lugar por donde debía encontrarse con la Señora prefirió tomar otro camino para evitarla. De pronto María salió a su encuentro. Juan Diego le explicó lo que ocurría. La Virgen le dijo que no se preocupara, que su tío no moriría y que ya estaba sano. María le dijo que subiera a la cumbre del cerro donde halló rosas de Castilla frescas y poniéndose la tilma, cortó cuantas pudo y se las llevó al obispo.

Juan Diego desplegó su manta ante Monseñor Zumarraga, y cayeron al suelo las rosas y en la tilma estaba pintada con lo que hoy se conoce como la imagen de la Virgen de Guadalupe. Viendo esto, el obispo llevó la imagen santa a la Iglesia Mayor y edificó una ermita en el lugar que había señalado el indio.

Juan Diego vivió el resto de sus días custodiando la imagen de la Virgen impresa en la tilma y dedicado a la oración. Murió en la ciudad de México en 1548, a la edad de 74 años.

Fue beatificado el 6 de mayo de 1990 en la Basílica de Guadalupe por san Juan Pablo II, en su viaje a México, y canonizado el año 2002 por el mismo Papa.

Hoy sábado, 9 de diciembre se celebra su festividad. Es sábado, como el día que Juan Diego se encontró con la Virgen por primera vez.

Recordemos las palabras tan dulces que le dirigió: "¿No estoy Yo aquí que soy tu Madre?". Vivamos como hijos de tan buena Madre y confiemos siempre en su Amor incondicional por cada uno de nosotros.

Virgen de Guadalupe