Edith Stein |
Hoy sábado, 9 de agosto, celebramos a santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein. Nació el 12 de octubre de 1891 en Breslau, actualmente perteneciente a Polonia. Era la hija pequeña de una familia judía de once hijos, y profundamente religiosa.
Desde niña fue una estudiante brillante, y la escuela era para ella su segundo hogar. Siendo adolescente cayó en la cuenta de que ni la escuela ni su fe judía daban respuesta a cómo afrontar las grandes preguntas de la vida. En su autenticidad, abandonó interiormente su religión y se identificó con un humanismo práctico.
Estudió filosofía para descubrir cuál es la verdad y cuál es el sentido de la vida del hombre. Fue discípula aventajada del fundador de la fenomenología, Husserl, con quien hizo su doctorado y se convirtió en su asistente personal. Se percató de que ni siquiera su gran inteligencia podía alcanzarlo todo.
En 1914, al comenzar la Guerra, Edith interrumpió sus estudios para solidarizarse con su patria. Trabajó como voluntaria en la Cruz Roja en los hospitales militares del ejército austriaco.
En 1916 se convirtió en la primera mujer doctorada en Filosofía en Alemania. Por ser mujer, se le negó la posibilidad de ejercer como profesora universitaria, por lo que optó por la docencia.
En su camino de conversión, fue decisivo el encuentro con la viuda de su amigo y colega Adolf Reinach, muerto en la guerra. La serenidad y la confianza con que su amiga afrontó tan dolorosa pérdida fueron un aldabonazo para su alma inquieta. A partir de este hecho, su percepción del cristianismo cambió.
Un día observó como una mujer de pueblo entraba en la Catedral de Frankfurt con la cesta de la compra, quedándose un rato para rezar. Esto la impactó, que una persona entrara en la iglesia desierta, como si fuera a conversar en la intimidad, y no lo olvidó nunca.
En el año 1921, la lectura del Libro de la Vida de santa Teresa de Jesús puso fin a su larga búsqueda de la verdadera fe. La leyó durante toda la noche. Cuando cerró el libro afirmó: "Esta es la Verdad".
Recibió el bautismo el 1 de enero de 1922. Volvió a su casa, y le dijo a su madre:
"Mamá,, soy católica". Las dos lloraron.
En 1933, el triunfo del nazismo prohibió la presencia de judíos en ámbitos públicos y tuvo que abandonar sus trabajos. Le ofrecieron ir a Sudamérica como profesora, pero consideró que debía discernir su vocación como carmelita. Escribió:
"El domingo del Buen Pastor de 1933 entre a la adoración en la iglesia de san Ludgerio y me dije: "no me iré de aquí hasta que no vea claramente si puedo ir al Carmelo". Cuando se impartió la bendición tenía el sí del Buen Pastor".
El 12 de octubre de 1933 fue el último día que pasó en su casa. Edith acompaña a su madre a la sinagoga. Fue un día nada fácil para las dos. Su madre dice:
"¿Por qué la has conocido (la fe cristiana)?. No quiero decir nada contra Él. Habrá sido un hombre bueno. Pero ¿por qué se ha hecho Dios?".
Así, el 14 de octubre de 1933, a la edad de 42 años, Edith ingresó al convento carmelita de Colonia, tomando el nombre de Teresa Benedicta de la Cruz, en reflejo a su gratitud a santa Teresa de Ávila y bajo el misterio que orienta su vocación-misión en el Carmelo: la Cruz.
La situación en Alemania empeoraba y Edith pidió su traslado al Carmelo holandés, para no poner en peligro a su comunidad. Ingresó en el convento de Echt, en Holanda. Temió la cercanía de una nueva guerra mundial, y urgida interiormente por la necesidad de evitarla, ofreció su propia vida al Señor, por el pueblo judío y por su patria, Alemania.
Su hermana Rosa, que en 1936 se había convertido al catolicismo, siguió los pasos de Edith, hasta el convento de Echt. Pero en 1940, Alemania invadió Holanda.
El 2 de agosto, dos oficiales de la SS se presentaron en el convento buscando a las hermanas Stein. Edith tomó de la mano a Rosa y le dijo tranquilamente:
"Ven, vayamos por nuestro pueblo". Fueron llevadas junto con otros religiosos al campo de concentración de Amersfoort y posteriormente al de Westerbork, donde apenas pasaron cuatro días, los suficientes para que quedase constancia del espíritu de servicio de Edith. Un superviviente relató:
"La hermana Benedicta destacaba entre todos los prisioneros por su tranquila actitud. Muchas madres parecían caídas en una especie de postración vecina a la locura. Sor Benedicta se ocupaba de los niños, les lavaba, les peinaba, les procuraba los alimentos y los cuidados indispensables".
El día 7 de agosto partieron en tren hacia Auschwitz-Birkenau. Llegaron el día 9 para morir en la cámara de gas. Así se cumplió lo que había escrito Edith el 9 de junio de 1939 bajo el título de Testamento:
"Desde ahora acepto con alegría y con perfecta sumisión a su santa voluntad la muerte que Dios me ha reservado. Pido al Señor que se digne aceptar mi vida y mi muerte para su honor y para su gloria: por todas las intenciones del Sagrado Corazón de Jesús y de María y por la Santa Iglesia (...) en expiación por la incredulidad del pueblo judío y para que el Señor sea acogido por los suyos y venga su Reino en la Gloria; por la salvación de Alemania y la paz en el mundo; finalmente, por mis familiares, vivos y difuntos, y por todos los que Dios me ha dado: que ninguno de ellos se pierda".
El 1 de mayo de 1987, Edith Stein fue beatificada por san Juan Pablo II en Colonia. Diez años después, el 11 de octubre de 1998 fue canonizada, y en 1999 proclamada copatrona de Europa.
Actualmente, cuando estamos en estos tiempos convulsos, y el pueblo judío continúa sufriendo en Tierra Santa, pidamos la intercesión de esta santa, que ofreció su vida por el pueblo judío, su pueblo. Ofrezcamos también al Señor nuestras oraciones y sacrificios por la paz del mundo. Que Nuestra Madre, la Reina de la Paz, interceda ante su Hijo Jesús.
En el siguiente enlace podemos ver un video sobre la vida de Edith Stein, santa Teresa Benedicta de la Cruz.
https://www.nazaret.tv/video/31/llamados-a-la-santidad-edith-stein
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