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Santa Inés de Praga |
Hoy, día 2 de marzo, celebramos a santa Inés de Praga, también conocida como santa Inés de Bohemia. Era hija del rey de Bohemia, Premysl Otakar y de la reina Constancia, hermana de Andrés I, rey de Hungría. Nació en Praga en el año 1211.
Desde la edad de tres años fue encomendada a los cuidados de la duquesa de Silesia, santa Eduvigis, que la acogió en el monasterio de las monjas cistercienses de Trzebnica y le enseñó la fe cristiana. A los seis años la llevaron de nuevo a Praga y la encomendaron a las monjas premonstratenses de Doksany para su instrucción.
En el año 1220, la prometieron en matrimonio a Enrique VII, hijo del emperador Federico II, y fue llevada a la corte del duque de Austria, donde vivió hasta el año 1225, manteniéndose siempre fiel a los deberes de la vida cristiana.
Rescindido el pacto de matrimonio, volvió de nuevo a Praga, donde se dedicó a una vida de oración más intensa y a obras de caridad. Decidió consagrar a Dios su virginidad. Llegaron otras propuestas de matrimonio para Inés. El Papa Gregorio IX, a quien Inés había pedido protección, intervino reconociendo su propósito de virginidad y desde entonces tuvo la libertad y la felicidad de consagrarse a Dios.
A través de los Hermanos Menores, que iban a Praga como predicadores itinerantes, conoció la vida espiritual que llevaba en Asís la virgen Clara, según el espíritu de san Francisco. Quedó fascinada y decidió seguir su ejemplo.
Con sus propios bienes fundó en Praga el hospital de san Francisco y el instituto de los Crucíferos para que lo dirigieran. Al mismo tiempo, fundó el monasterio de san Francisco para las "Hermanas Pobres" o "Damianitas" donde ella misma ingresó el dia de Pentecostés del año 1234.
Trabajó junto con santa Clara. Se han hecho célebres las cartas que santa Clara de Asís le dirigió para animarla a seguir en el camino emprendido. Surgió así una amistad espiritual que duró casi veinte años, sin que las dos mujeres se encontrasen nunca.
Fue abadesa del monasterio y ejerció su autoridad con humildad, sabiduría y celo, considerándose siempre como "la hermana mayor". La admiración que suscitó Inés cuando se difundió por Europa la noticia de su ingreso en el monasterio creció con los años. Se admiraba el ardor de su caridad, el fervor eucarístico y la devoción filial a la Virgen María.
Murió santamente en su monasterio el 2 de marzo del año 1282. La proclamó santa el Papa Juan Pablo II el 12 de noviembre de 1989. El santo Padre dijo el día de su canonización:
"(...) "Sed hospitalarios unos con otros sin murmurar" (1a. Pedro 4, 9). Fue la norma en la que santa Inés inspiró constantemente su acción, aceptando siempre con plena confianza los acontecimientos que la Providencia permitía, con la seguridad de que todo pasa, pero la Verdad permanece para siempre.
(...) En su larga vida, atribulada también por enfermedades y sufrimientos, santa Inés realmente prestó con energía su servicio de caridad, por amor de Dios, contemplando como en un espejo a Jesucristo, como le había sugerido santa Clara: "En este espejo resplandecen la bienaventurada pobreza, la santa humildad y la inefable caridad" (Carta IV).
(...). Es ideal de santidad para todos los que siguen a Cristo; es estímulo hacia la caridad, practicada con total entrega a todos, superando toda barrera de raza, de pueblo y de mentalidad; es celeste protectora de nuestro fatigoso camino diario. A ella podemos dirigirnos con gran confianza y esperanza".
Aprendamos de esta santa, seguidora de la espiritualidad de san Francisco de Asís y de santa Clara, a vivir enamorados de Jesús, a entregarnos a los hermanos con una gran caridad y abnegación, a ser desprendidos y generosos, a vivir la pobreza con alegría y a amar con ternura a la Virgen María.
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Convento de santa Inés de Praga. |
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