martes, 21 de noviembre de 2023

SANTA CATALINA DE ALEJANDRIA

Santa Catalina de Alejandría. Pintura de Caravaggio.

Hoy, 25 de noviembre, la Iglesia celebra santa Catalina de Alejandría. Catalina vivió en el siglo IV. Nació en Egipto, en el seno de una familia noble, hacia el año 290. Fue hija del rey Costo y desde muy pequeña destacó por su inteligencia. Dada su condición de princesa, recibió una esmerada educación. Sabía los conocimientos filosóficos de la época y era una buscadora incansable de la Verdad.
Su conversión al cristianismo empezó con un sueño en el que se le apareció Jesús, tras el cual empezó a interesarse en la fe cristiana. A partir de entonces, tanto su mente como su corazón se fueron transformando; Catalina pidió el bautismo y quiso consagrar su vida al Señor.

En el año 310, el emperador romano Majencio visitó Alejandría, ciudad donde vivía la santa, para presidir las ceremonias dedicadas a los dioses. Empezadas las festividades, el emperador ordenó que se ofrecieran sacrificios según la costumbre.
Cuando le tocó el turno de presentar su ofrenda, Catalina se negó a hacerlo y en vez de reverenciar a los dioses se santiguó delante del emperador. Este, enfurecido, la mandó llamar. Una vez que fue llevada a su presencia, Majencio cuestionó su conducta. Acto seguido, Catalina le retó a debatir sobre el Dios verdadero.
Tal fue la contundencia de las palabras de Catalina que el emperador quedó impresionado por su sabiduría y belleza. Entones, mandó llamar a un grupo de sabios para que debatieran con ella.
Cuando se llevó a cabo la confrontación, la santa no solo logró salir airosa de los cuestionamientos de los sabios, sino que argumentó con tal excelencia sobre Dios que ellos decidieron también abrazar la sabiduría que la santa poseía.
Como muchos otros que trataron con Catalina, los sabios se hicieron cristianos. El emperador, al enterarse de lo sucedido, ordenó que fueran ejecutados.

Majencio, en plan de darle a Catalina una última oportunidad, le propuso que fuera una de las doncellas acompañantes de la emperatriz. La santa rechazó la oferta, por lo que sería azotada y luego encerrada en un calabozo, sin alimento.
La consorte del emperador, conmovida, acudió a verla a su celda en compañía de uno de los generales de Majencio, Porfirio, para llevarle aliento y consuelo. Ellos fueron testigos de la aparición de unos ángeles que acompañaban y curaban las heridas de Catalina. La joven explicó que aquello venía de Dios, que es siempre compasivo y misericordioso; les habló de Cristo y ellos convirtieron sus corazones al Señor.
El emperador tomó lo sucedido como la mayor de las afrentas y mandó torturar a Catalina. Un grupo de soldados construyó un artefacto que tenía una rueda con clavos y cuchillas. Cuando sujetaron a Catalina, ella oró al Señor y el mecanismo saltó en pedazos.
Entonces, para asegurar que la santa muriera, se preparó la decapitación. El golpe de la espada del verdugo cercenó su cabeza en el acto. Cuenta la tradición que los restos de Catalina no llegaron a ser profanados porque unos ángeles se los llevaron al Monte Sinaí.
Dos siglos más tarde, el emperador Justiniano, quien era cristiano, erigió en el lugar el monasterio de santa Catalina en honor a la joven mártir, considerado uno de los más antiguos del mundo.
Los artistas representan a la santa con una aureola de tres colores: blanca, simbolizando su virginidad; verde por su sabiduría y roja por su martirio. La rueda que se utilizó para su martirio está, casi siempre, representada detrás de ella.
El refranero popular, tan rico en sabiduría, tiene varios refranes que hacen referencia a santa Catalina. Dicen así: "Para santa Catalina toda madera arraiga", refiriéndose a que, noviembre, es un mes adecuado para plantar árboles, "Por santa Catalina, nieve en la cocina", refiriéndose al frío invierno que se acerca; "Por santa Catalina, prevente de leña y harina", para pasar el invierno.
Estamos a un mes de la Navidad, y en la vigilia de la gran fiesta de Jesucristo, Rey del universo. Como santa Catalina, enamorada de Jesús, conocedora de la Verdad, esforcémonos para conocer más al Señor. Si le conocemos, le amaremos, y si le amamos le seguiremos (San Efrén).

Martirio de santa Catalina de Alejandría  


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