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San Odón de Cluny, abad |
La abadía de Cluny fue creada a principios del siglo X. Su fuerza provenía de que no dependía de ningún señor feudal. Bernón fue el primer abad. Le sucedió Odón, cuyo santo hoy celebramos. Odón nació en Déols, cerca de Le Mans, en el año 878 o 879. Era hijo de un señor feudal. En su infancia, la primera intención de sus padres fue dedicarlo a la vida religiosa, bajo la advocación de san Martín de Tours, uno de los santos más populares de la época. Más tarde decidieron continuar su educación en la corte del conde de Anjou y posteriormente en la de Guillermo el Piadoso, duque de Aquitania, donde se preparó para guerrear.
Debido a crecientes y fuertes dolores de cabeza que ningún médico podía aliviar y después de hacer votos de que si se produjese su curación se volvería a consagrar a san Martín de Tours, se sanó y así lo hizo, retirándose en el año 899 a la Iglesia de san Martín de Tours. Entró en el monasterio benedictino de Cluny. Vio la necesidad de reforma y, con muy buen criterio, se dio cuenta que había que empezarla por si mismo. En el año 926 sucedió al abad Bernón.
Al principio de la vida religiosa Odón se dedicaba más al estudio que a la oración, pero en una visión, contempló que su alma era como un vaso muy hermoso pero lleno de serpientes. Con esto comprendió que si no se dedicaba totalmente a la oración y a la meditación no sería agradable a Dios, y desde entonces su vida fue un orar continuo y fervoroso y un meditar constante en temas religiosos.
Aumentó las horas de rezo, fomentó el canto gregoriano, puso gran esmero en las celebraciones litúrgicas. Insistió mucho en la observancia de la clausura y el silencio. Odón fue el gran reformador de Cluny, que se convirtió en modelo de vida monástica. Su fama de santidad atrajo a numerosos monjes a la abadía y numerosos ermitaños en los alrededores. Fue llamado para reformar otros monasterios, entre los que se encuentran la Abadía de san Pablo Extramuros en Roma y san Agustín en Pavía.
Odón era severo y exigente en la disciplina consigo y con los demás. A la vez era una persona llena de bondad y mansedumbre. Caminaba siempre con el rostro iluminado. Ningún pobre se acercó a él sin recibir limosna. Cuando se los encontraba en los caminos, bajaba de su cabalgadura y hacía que se montasen ellos, como lo habría hecho con Jesucristo.
Odón, coronado de méritos, murió de fiebres violentas en Tours el 18 de noviembre del año 942. El Papa Benedicto XVI lo llamó "gran maestro de disciplina espiritual", y añadía: "Ante el gran número de vicios difundidos en la sociedad, el remedio que él proponía con decisión era el de un cambio radical de vida, fundado en la humildad, la austeridad, el desapego de las cosas efímeras y la adhesión a las eternas".
Aprendamos de este gran santo y reformador a ser exigentes con nosotros mismos, procurando mejorar cada día, a ser fervientes en la oración y en el amor a los hermanos. Que nuestra Madre, la Virgen, nos ayude a avanzar siguiendo a Jesús.
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Abadía de Cluny en Francia |
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