| Santa Leonor, reina de Inglaterra. |
Se casó en la catedral de Canterbury el 14 de enero de 1236, con el rey Enrique III de Inglaterra. Con ella se marcharon muchos familiares y conocidos en busca de una mayor fortuna. Muchos llegaron a ocupar puestos importantes en la administración pública.
Tuvieron nueve hijos. Fue madre de Eduardo I de Inglaterra, el primogénito, nacido el 17 de junio de 1239, que sucedió a su padreen el trono. Varios de sus hijos murieron a muy tierna edad.
Leonor era poco dotada para la vida política y muy compasiva. Influyó desafortunadamente sobre el rey, su esposo, y provocó la rebelión de los barones guiados por Simón V de Montfort. Su marido, Enrique III, fue capturado, y ella se refugió en Francia, al lado de su hermana, la reina Margarita, la cual convenció a su esposo, el rey Luis IX, para que apoyara al príncipe Eduardo con un ejército para invadir Inglaterra. El rey fue liberado y repuesto en el trono en el año 1265. Entonces, Leonor volvió a Inglaterra, pero manteniéndose al margen de la política.
En noviembre de 1272 falleció su esposo Enrique. Su hijo, Eduardo I, le encargó la educación de sus nietos, mientras él y su esposa, Leonor de Castilla, partían a las Cruzadas.
Luego, se retiró a la abadía de Amesbury, en Wiltshire, y se hizo religiosa, en el año 1276, viviendo en paz el resto de sus días. Se pasaba largas horas en oración, y siempre frente al Sagrario, donde decía ella que, "estaba prisionero su gran Amor". Siempre pidió que la trataran como la menos importante de todas las religiosas y que jamás tuvieran en cuenta su antigua condición de reina de Inglaterra, que nunca más le recordaran su pasado.
Su santidad creció a pasos agigantados, y murió el 24 de junio de 1291, a los 68 años de edad, con el aspecto de una simple benedictina. Fue enterrada en la misma abadía donde vivió.
Aprendamos de santa Leonor de Inglaterra la humildad, especialmente en el último período de su vida, y su compasión para el prójimo. Seamos prontos a visitar a Jesús en el Sagrario, donde Él se ha quedado prisionero por Amor, y dejemos que Él siempre guie nuestros pasos. La Virgen, nuestra buena Madre nos conduzca siempre a Jesús.
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