viernes, 27 de octubre de 2023

SAN CARLOS BORROMEO

San Carlos Borromeo

San Carlos era noble, hijo del conde Gilberto Borromeo y Margarita, de la familia de los Médicis. Nació en el castillo de Arona, junto al lago Maggiore, el 2 de octubre de 1538. Desde muy niño dio muestras de gran seriedad y devoción. Estudió latín en Milán. Tenía cierta dificultad de palabra, su inteligencia no era deslumbrante, y sus maestros le consideraban un poco lento; sin embargo hizo grandes progresos en sus estudios. Su dignidad y seriedad hicieron de él un modelo de los jóvenes universitarios.

A los veintidós años, cuando sus padres ya habían muerto, obtuvo el grado de doctor. Retornó a Milán, donde recibió la noticia de que su tío materno había sido elegido Papa en el cónclave de 1559, a raíz de la muerte de Pablo IV, con el nombre de Pío IV.

A principios de 1560, el nuevo Papa hizo a su sobrino cardenal diácono y le nombró administrador de la sede vacante de Milán. Le retuvo en Roma y le confió numerosos cargos. Carlos aún no había cumplido los veintitrés años. Es increíble la cantidad de trabajo que san Carlos podía despachar sin apresurarse nunca, a base de una actividad regular y metódica. Era muy amante del saber y lo promovió mucho entre el clero. Era muy desprendido de todo lo mundano. Su actitud era humilde y paciente.

Sus tareas aumentaron al reanudarse, por iniciativa suya, el Concilio de Trento en su última etapa. Sin salir de Roma, era el alma de la asamblea conciliar. Intervino en las cuestiones más delicadas, en la revisión de la Vulgata, del Misal y del Breviario. Se preocupó también de la composición del Catecismo Romano. Aliviaba su tensión con el amor al arte y a la música, era un virtuoso del violoncelo, y alguna distracción con el ajedrez, la pelota y la caza.

Pronto dejaría todo esto para entregarse a una vida más austera y ejemplar. La muerte de su hermano le impactó y aumentó su tiempo de oración. Decía: "Las almas se ganan de rodillas".

A Pío IV le sucedió san Pío V. Carlos dejó Roma para dedicarse más a su diócesis de Milán. Trabajó a ritmo acelerado. Reunió seis concilios y once sínodos para aplicar los decretos de Trento. Fundó cinco seminarios. Multiplicó las obras de caridad. Promovió los Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola.

Su actividad se acrecentó al extenderse la peste de 1576. Creó hospitales y buscó médicos y víveres para los apestados. Él mismo anduvo entre ellos, confesando, consolando y repartiendo limosnas. Entregó su cama a los enfermos y él dormía entre tablas. Vivía con gran austeridad, era muy parco en la comida y en el sueño. Se desprendió de todo para aliviar a los pobres y dignificar el culto.

Tan intensa actividad le había dejado exhausto. Como presintiendo su muerte, quiso prepararse para ella practicando los Ejercicios de san Ignacio, que tanto apreciaba. A los pocos días, el 3 de noviembre de 1584 se durmió en el Señor. Sólo tenía 46 años. Fue canonizado por Pablo V el año 1610.

Aprendamos de san Carlos su amor a la oración y al trabajo, su caridad con los sufrientes y su abnegación y penitencia.

San Carlos Borromeo atendiendo a un enfermo







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