miércoles, 27 de septiembre de 2023

SAN JERÓNIMO

San Jerónimo

 Hoy 30 de septiembre celebramos a san Jerónimo. Es uno de los cuatro Padres de la Iglesia, al lado de san Agustín, san Ambrosio y san Gregorio. Es también doctor de la Iglesia y el más célebre traductor de la Biblia de toda la historia.

Jerónimo quiere decir: "el que tiene un nombre sagrado". (Jero = sagrado. Nomos = nombre). Nació en Dalmacia (Croacia) en el año 342. Sus padres tenían buena posición económica, y así pudieron enviarlo a estudiar a Roma. Allí estudió latín bajo la dirección del más famoso profesor de su tiempo, Donato, el cual hablaba el latín a la perfección, pero era pagano. Esta instrucción recibida de un hombre muy instruido pero no creyente, llevó a Jerónimo a llegar a ser un gran latinista y muy buen conocedor del griego y de otros idiomas, pero muy poco conocedor de los libros espirituales y religiosos.
Pasaba horas y días leyendo y aprendiendo de memoria a los grandes autores latinos, Cicerón, Virgilio, Horacio y Tácito, y a los autores griegos: Homero, y Platón, pero no dedicaba tiempo a leer libros religiosos que lo pudieran volver más espiritual.
En una carta que escribió a santa Eustoquia, san Jerónimo le cuenta el diálogo aterrador que sostuvo en un sueño o visión.
Sintió que se presentaba ante el trono de Jesucristo para ser juzgado, Nuestro Señor le preguntaba: "¿A qué religión pertenece? Él le respondió: "Soy cristiano - católico", y Jesús le dijo: "No es verdad". Que borren su nombre de la lista de los cristianos católicos. No es cristiano sino pagano, porque sus lecturas son todas paganas. Tiene tiempo para leer a Virgilio, Cicerón y Homero, pero no encuentra tiempo para leer las Sagradas Escrituras". Se despertó llorando, y en adelante su tiempo será siempre para leer y meditar libros sagrados, y exclamará emocionado: "Nunca más me volveré a trasnochar por leer libros paganos"
A veces dan ganas de que a ciertos católicos les sucediera una aparición como la que tuvo Jerónimo, para ver si dejan de dedicar tanto tiempo a lecturas paganas e inútiles (revistas, novelas) y dedican unos minutos más a leer el libro que los va a salvar, la Sagrada Biblia.  
Jerónimo dispuso irse al desierto a hacer penitencia por sus pecados (especialmente por su sensualidad que era muy fuerte, y por su terrible mal genio y su gran orgullo). Pero allá aunque rezaba mucho y ayunaba, y pasaba noches sin dormir, no consiguió la paz. Se dio cuenta de que su temperamento no era para vivir en la soledad de un desierto deshabitado, sin tratar con nadie.
Vuelto a la ciudad, sucedió que los obispos de Italia tenían una gran reunión o Concilio con el Papa, y habían nombrado como secretario a san Ambrosio. Pero este se enfermó, y entonces se les ocurrió nombrar a Jerónimo. Y allí se dieron cuenta de que era un gran sabio que hablaba perfectamente el latín, el griego y varios idiomas más. El Papa san Dámaso, que era poeta y literato, lo nombró entonces como su secretario, encargado de redactar las cartas que el Pontífice enviaba, y algo más tarde le encomendó un oficio importantísimo: hacer la traducción de la Sagrada Biblia.
Jerónimo tradujo al latín toda la Sagrada Biblia, y esa traducción llamada "Vulgata" fue la Biblia oficial para la Iglesia Católica durante 15 siglos.
Cuando casi tenía 40 años fue ordenado sacerdote. Tenía un modo duro de corregir, lo cual le consiguió muchos enemigos.
Se fue a la Tierra Santa donde nació Jesús. Sus últimos 35 años los pasó san Jerónimo en una gruta, junto a la Cueva de Belén. Varias señoras romanas ricas que él había convertido con sus predicaciones y consejos, vendieron sus bienes y se fueron también a Belén a seguir bajo su dirección espiritual. Con el dinero de esas señoras construyó en aquella ciudad un convento para hombres y tres para mujeres, y una casa para atender a los peregrinos que llegaban de todas partes del mundo a visitar el sitio donde nació Jesús.
Allí, haciendo penitencia, dedicando muchas horas a la oración y días y semanas y años al estudio de la Santa Biblia, Jerónimo fue redactando escritos llenos de sabiduría, que le dieron fama en todo el mundo.
Ha sido nombrado Patrono de todos los que en el mundo se dedican a hacer entender y amar más las Sagradas Escrituras. El Papa Clemente VIII decía que el Espíritu Santo le dio a este gran sabio unas luces muy especiales para poder comprender mejor el Libro Santo.
Se cuenta que una noche de Navidad, después que los fieles se fueron de la gruta de Belén, el santo se quedó allí solo rezando y le pareció que el Niño Jesús le decía: "Jerónimo ¿qué me vas a regalar en mi cumpleaños?". Él respondió: "Señor, te regalo mi salud, mi fama, mi honor, para que dispongas de todo como mejor te parezca". El Niño Jesús añadió: "¿Y ya no me regalas nada más?". "Oh mi amado Salvador, por Ti repartí ya mis bienes entre los pobres. Por Ti he dedicado mi tiempo a estudiar las Sagradas Escrituras... ¿qué más te puedo regalar?. Si quisieras, te daría mi cuerpo para que lo quemaras en una hoguera y así poder desgastarme todo por Ti". El Divino Niño le dijo: "Jerónimo: regálame tus pecados para perdonártelos"
El santo al oír esto se echó a llorar de emoción y exclamaba: "¡Loco tienes que estar de amor, cuando me pides esto!". Y se dio cuenta de que lo que más deseaba Dios que le ofrezcamos los pecadores es un corazón humillado y arrepentido, que le pide perdón por las faltas cometidas.
El 30 de septiembre del año 420, cuando su cuerpo estaba ya debilitado por tantos trabajos y penitencias, y la vista y la voz agotadas, entregó su alma a Dios. Se acercaba ya a los 80 años.
Tengamos gran amor a la Palabra de Dios, leámosla con atención y cariño. Es el Señor el que nos habla a través de las Sagradas Escrituras.
Santa Teresita, que celebramos mañana 1 de octubre, decía: "Cuando comencé a leer las Sagradas Escrituras los otros libros se me caían de las manos". Es Dios que nos habla en la Biblia, y lo hace con Amor, con Ternura, con Misericordia. Somos sus hijos muy queridos.

Ermita de san Jerónimo, cerca de la cima más alta de Montserrat
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